![]() |
Retrato de Jesús Alcántara |
Al volver de aquel mi primer y último regreso a Cuba, mi corazón estuvo dividido algún tiempo entre la tristeza de lo visto y la emoción de lo experimentado. Por la parte positiva, tras tantos años de ausencia, había logrado reencontrarme con Lucy y su familia, con Emilia, con rostros queridos que me hicieron retroceder a momentos de mi juventud y con lo único que no había cambiado en la isla: su mar turquesa, de una tibieza y una sensualidad tan exclusiva, la sublime exageración de su flora y ese cielo en el cual los astros parecían existir engrandecidos y multiplicados.
Intenté comunicar mis sentimientos a Jesús y a mi madre, pero no encontraba las palabras ni los adjetivos justos para hacerlo. Tanto en sus innatas virtudes como en sus inducidos defectos, sentía que Cuba, sus problemas y sus bellezas, eran cosas que solo personalmente se podían apreciar.
Me preocupaba advertir el paulatino deterioro de mi madre, su dificultoso caminar por la casa, echaba en falta el sonido de las patitas de mi perro Bobby sobre el parquet del suelo, pero aún así, la alegría de estar en mi hogar superaba las tristezas. “Home, sweet home”. Durante mi estancia en la isla Jesús atendió a mamá hasta el punto de malcriarla, como comprobé al encontrar escondidos en su habitación esos bombones que yo le tenía racionados por su bien y de los cuales, en ausencia de su “guardiana”, se atiborró. Consecuentemente, su rostro se estaba rellenando, su anatomía iba adquiriendo francas redondeces y su dificultad de movimiento se acentuaba.
![]() |
Con Dora, mi querida madre |
Pero ella era feliz. Por su parte Jesús, en su estudio de la calle Príncipe, seguía siendo “el Rey de la Fotografía Teatral” y su círculo de amigos se incrementaba por días, pues nadie que lo tratara podía evitar sentir cariño por el guapo malagueño.
Para mí aquellas navidades del 85, sin mis amigos Norberto, Picó y Vives, esos que se fueron de Madrid durante aquel año para abrirse nuevos caminos, no resultaron las más gloriosas de mi vida. (Ver Instantánea 99). A pesar de las frecuentes llamadas que nos intercambiábamos, extrañaba su presencia mucho más de lo que había imaginado. Me parecía que no iba a ser fácil sustituir al buen elenco que había participado en la puesta en escena de aquella etapa de mi existencia. Eso se sumaba a la natural tristeza que nos provocaba la ausencia de papi y de mi querida tía Jenny, al vacío que semejantes pérdidas nos dejan en el alma y que se acentúa en esas fechas.
![]() |
Foto con María Gracia Mateu. Año 2000 |
Pero un día del mes de Enero recibí una llamada telefónica que me llenó de ilusión. Una muchacha desconocida, de nombre María Gracia Mateu, me informó que la sociedad que representaba tenía la idea de inaugurar un music-hallrestaurante y que, según su opinión y la de los socios principales, tan solo la mujer que había sido parte activa en el Music Hall Top Less, aquel estupendo espectáculo del que he escrito abundantemente en capítulos anteriores, (ver Instantánea 78), estaba capacitada para aportar al local el sofisticado show que conjugase con la prestigiosa cocina del Restaurante El Amparo, poseedor de una Estrella Michelín, y con la “alta clase” de los socios inversores. Es decir, que yo era la elegida. La proposición era que creara un espectáculo de menos de una hora, que lo dirigiera y lo protagonizara, todo eso en los tres meses que supuestamente faltaban para la inauguración. (Durante el tiempo de relación laboral llegué a apreciar tanto María Gracia que nuestra amistad se mantiene hasta el día de hoy).
Tan solo una semana después de mi primer contacto con ella, estaba yo presentando el detallado proyecto del show ante Carmen Guasp y algunos de los socios principales. Y quedaron encantados. Así que ya solo era cuestión de hacer las audiciones para las cuatro chicas y los cinco chicos que formarían el ballet y comenzar los ensayos. La elección del elenco no fue tarea fácil puesto que todos los bailarines debían ser buenos en su oficio, bellos, lo suficientemente dúctiles para poder desempeñar distintos personajes, y las chicas tenían que estar dispuestas a hacer semi desnudo, ese toque de erotismo indispensable en todo Music-Hall que se precie.
![]() |
De izquierda a derecha: Ellas, Ana González Sun, Sara Fernández e Isi Fuster. Ellos, Gustavo Masulli, Manuel Hurtado y Joaquín Arjona |
Finalmente la elección recayó en nueve jóvenes que encajaban perfectamente con mis exigencias. Las chicas eran Isi Fuster, Mari Carmen García, Ana González Sun, Sara Fernández; y los chicos, Paco Grimón, Joaquín Arjona, Tente Barrachina, Gustavo Masulli y Manuel Hurtado.
Así que el reparto quedó compuesto por nueve bailarines y yo. Ese era todo el personal que admitiría un escenario de 5x4 metros. Y hablo en futuro ya que en esos momentos un cabaret gay de Madrid estaba siendo reconstruido enteramente para las necesidades de mi espectáculo. Aquel pequeño escenario iba a estar, sin embargo, equipado con dos ascensores, uno central giratorio y uno lateral que desembocaría en una balconada semi circular en la cual estaba previsto colocar también mesas. Todo lo que se me antojaba me era conseguido por María Gracia, entusiasmada con el proyecto casi tanto como yo. Ella era la mediadora entre la parte artística y los inversores y creedme que mediaba de maravilla.
![]() |
Con Paco Grimón y Gustavo Masulli |
Pero fue en las excavaciones para colocar el ascensor giratorio donde comenzaron una serie de problemas que se fueron complicando hasta llegar a parecer una maldición.
A pesar de que las obras eran dirigidas por un prestigioso arquitecto, al llegar a un punto en la extracción de tierra observamos, con terror, como por las paredes del agujero que iba quedando se filtraba el agua de un riachuelo subterráneo con cuya existencia nadie contaba. Aquello era una hecatombe. Solo había dos posibles soluciones: o se suprimía el ascensor giratorio, con el correspondiente desdoro para el show, o había que traer máquinas de drenaje, aparatos secadores y posteriormente, impermeabilizar las paredes. Aquello provocaría una demora de meses en la fecha de la inauguración. Por suerte "los jefes" optaron por la impermeabilización y, aunque con una lentitud que nos desesperaba, las obras siguieron adelante y como estaban previstas.
![]() |
Como Marlene Dietrich |
El segundo tropiezo fue que el dueño del local adyacente, con la adquisición del cual se había contado para ampliar el aforo, de repente se echó atrás en su oferta de vender, con lo cual, el salón del restaurante, previsto para más de cuarenta mesas, vio reducida su capacidad al esmirriado número de veinte. Aún así se continuó con el proyecto. Y el tiempo pasaba. Los artistas veíamos surgir estos problemas aterrados, temiendo que, tras tantos meses de ensayos, todo se viniese abajo. Pero viendo que, a pesar de todo, las obras seguían adelante, nos halagaba pensar que mucha fe debían tener esos inversores en nuestro espectáculo para afrontar tal incremento en los gastos y esa futura merma en los ingresos. La cuestión es que, tras nueve meses de tensos ensayos, durante seis de los cuales hube de bregar con depresiones, stress y hasta conatos de deserción por parte de los bailarines, en octubre de 1986 abría sus puertas, con éxito apoteósico, el cabaret-restaurante más exclusivo de Madrid. Lola Music-hall.
![]() |
Como Rita Hayworth en Gilda |
Se me había ocurrido basar el espectáculo en algo simple y siempre efectivo: la nostalgia. Tres partes de veinte minutos, sin intermedios, que comenzaban con Cuba, años 30, continuaban con Alemania en los 40 y finalizaban con Hollywood años 50, regalaban al público pinceladas de música cubana, imágenes de la Alemania nazi y, finalmente, parte del esplendoroso mundo del cine musical americano.
![]() |
Como Cyd Charisse en Cantando bajo la lluvia. |
El resultado era casi sesenta minutos trepidantes, sin pausas para aplausos o cambios de vestuario, durante los cuales yo pasaba de bolerista cubana a Marlene Dietrich, de Marlene a Cyd Charisse en Cantando bajo la lluvia, de Cyd a Rita Hayworth en Gilda y de Rita a Marilyn Monroe en Some like it hot. Complicadas caracterizaciones que debía realizar mientras los bailarines se lucían en escena haciendo de Carlos Gardel, de Drácula, de marineros americanos, de prostitutas, de campesinas alemanas o de soldados nazis en coreografías realizadas por la estupenda maestra Nadine Boisbert y por mí. Casi un trabajo de fina orfebrería. Un festín de música e imágenes.
![]() |
Como Marilyn Monroe en Some like it hot, con Paco Grimón y Tente Barrachina |
No tan solo era mío el guión del show. También lo eran el diseño del vestuario y la elección de la música, eso sí, siempre apoyada por aquella María Gracia Mateu que había resultado la mejor ayudante que se podía desear. El espectáculo era tan íntegramente personal que hasta el montaje de las luces fue obra de mi alter ego, Jesús. Durante las dos noches con sus correspondientes madrugadas anteriores al estreno, el pobre estuvo subido en una enorme escalera y colocando las luces, según un diseño mío, para los más de veintes números que lo componían.
Pero todos esos esfuerzos habían valido la pena. Lola Music Hall se convirtió en un lugar obligado para el jet set y para los personajes importantes que visitaban España. Por ejemplo, el presidente de Venezuela, Jaime Ramón Lusinchi, durante su viaje oficial a este país, hizo reservar el local en pleno para él, su séquito y sus amigos. Philippe Junot, el ex marido de Carolina de Mónaco, siempre acompañado por personalidades de la alta sociedad, era frecuente cliente y entusiasta fan del show.
Todas las grandes figuras políticas y artísticas pasaron por allí. Pero nuestra más emocionante visita fue la de Rod Stewart, que había venido para dar un concierto en la Plaza de Toros de las Ventas. Puesto que su actuación no terminaría hasta pasadas las 12 de la noche, su representante nos pidió que hiciéramos el espectáculo a las 2 de la madrugada con el fin de que el roquero, su equipo y algunos amigos pudieran disfrutar de lo que les habían definido como “la mejor cocina y el mejor show de Madrid”. Y así lo hicimos.
Aquella fue una madrugada memorable, llena de bravos y silbidos, forma esta de demostrar su entusiasmo en el enloquecido mundo de la música pop. Al finalizar el pase, Rod solicitó que acudiese a su mesa y en ella, tras escuchar sus parabienes, nos dieron las claras del alba charlando de mil cosas.
![]() |
Al finalizar el show, Rod Stewart y yo |
Aquella fue una madrugada memorable, llena de bravos y silbidos, forma esta de demostrar su entusiasmo en el enloquecido mundo de la música pop. Al finalizar el pase, Rod solicitó que acudiese a su mesa y en ella, tras escuchar sus parabienes, nos dieron las claras del alba charlando de mil cosas.
Sin duda el lugar aparentaba ser un gran éxito. Lista de espera de semanas y lleno total cada noche. Pero lo que el público no sabía era que, por muy abundante que fuera la clientela, el número de empleados casi superaba esa cifra: dos aparcacoches, dos técnicos de luces y sonido, diez camareros, dos maîtres y más de una docena entre chefs y ayudantes, en una cocina mayor que el escenario. Eso aparte de los diez artistas que hacíamos el show.
Justamente antes de Navidades del 86, Carmen Guasp la única cara que conocíamos de aquella sociedad que nos había contratado, nos comunicó que, al finalizar el actual periodo de 31 días de contrato, el mismo no sería prorrogado y que aquel Music-Hall, ese íntegro parto de mis entrañas, cerraría definitivamente. Adujo que aquello había resultado no ser un buen negocio. Así, de repente.
Por supuesto el palo general fue tremendo. Enterrar un trabajo tan lleno de vida y al cual todos habíamos dedicado tanto tiempo y amor nos resultaba muy doloroso. Pero lo que realmente nos sorprendía era cómo esos socios invisibles, tan importantes, tan doctos en los negocios, no habían previsto, desde el momento en que la capacidad del local había quedado reducida a menos de veinte mesas, la absurdez de mantener un negocio cuya empleomanía era prácticamente igual al número posible de clientes atendidos.
A Jesús y a mí siempre nos pareció que algo raro había en ese proyecto, que la ligereza con que se aceptaron los enormes gastos extras causados por los obstáculos surgidos durante la reestructuración del local no correspondía con la mentalidad de empresarios curtidos en esos menesteres. Llegamos a pensar que se había tratado de una justificación de pérdidas ante Hacienda o de un asunto de blanqueo de dinero. Pero no hagáis mucho caso de eso pues todas son especulaciones.
La única realidad fue que, casi un año de trabajo físico e intelectual, dio como fruto para mí, aparte de las innegables satisfacciones personales, tan solo tres meses de representaciones. Eso sí, de hermosas, exitosas representaciones. Lola desapareció injustamente pero la experiencia fue intensa y completa.
PD.
Las fotos de Lola Music-Hall: Jesús Alcántara.
PD.
Las fotos de Lola Music-Hall: Jesús Alcántara.
Necrológica.
Ha fallecido en Cuba, a los 88 años, uno de sus autores teatrales más emblemáticos, Abelardo Estorino. Con una extensa obra, que desde comienzos de la década de los 60 entusiasmó a público y crítica, , hubo de soportar, conjuntamente con autores como Virgilio Pinera y José Triana, la terrible marginación que, durante aquel bien llamado "quinquenio gris", azotó a gran parte del mundo de la intelectualidad cubana. Aunque reconocido nuevamente, años después, por el sistema, sin duda murió con la tristeza de los años de aislamiento y persecución sufridos. Que en paz descanse.